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sábado, diciembre 29

Investigación identifica área de potencial terremoto sobre 8° en Región de Valparaíso

Estudio de datos GPS y sísmicos define tamaño de zona que podría romper frente a Valparaíso.

En líneas negras áreas potencial ruptura y líneas zonas ya destrabadas por terremotos,
Círculo celeste es Valparaíso. Los puntos son sismos ocurridos.
Un terremoto de 8° o más, y que posiblemente produzca un tsunami, es lo que se espera para la Región de Valparaíso y el sur de la Región de Coquimbo, según estudios en pleno desarrollo liderados por el geólogo Marcos Moreno Switt. Situación similar en la que se encuentra la zona de subducción del norte chileno, en la que también se espera un sismo mayor entre Mejillones e Iquique.

Marcos Moreno Switt encabeza trabajo que estudia la relación entre la sismicidad y la deformación de la superficie terrestre para identificar áreas bloqueadas de las placas tectónicas y que acumulan energía suficiente para producir un gran terremoto. La combinación de datos de GPS con microsismicidad proporciona una mayor precisión para definir el contorno de esas áreas y entender sus variaciones en el tiempo, lo que contribuye a comprender mejor el proceso de acumulación y liberación de energía sísmica.

El doctor en geodesia y académico del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción explica que la hipótesis se basa en observaciones logradas con estaciones GPS y sísmicas y con modelos numéricos. Específicamente se ha localizado con precisión dos zonas del contacto más superficial entre las placas tectónicas de Nazca y Sudamericana, frente a Valparaíso, que tienen un comportamiento mecánico que indica que están bloqueadas, es decir, están acumulando energía para un futuro sismo. Y según datos históricos, estas zonas no han sido afectadas por un gran terremoto desde el 8 de julio de 1730.

Este tipo de hipótesis se basan hasta ahora en las mediciones que realizan las estaciones GPS, que identifican los desplazamientos verticales y horizontales de la superficie terrestre, permitiendo determinar parcialmente la ubicación de las zonas bloqueadas entre ambas placas. Pero ahora Moreno y sus colaboradores han integrado la sismicidad en el estudio, lo que permite determinar zonas trabadas de manera independiente a los datos de GPS. 

Esto ya fue observado en la distribución de sismicidad ocurrida antes del terremoto de Iquique de 2014 (8,2 Mw). En esa ocasión se identificó sismos pequeños que rodeaban el área que posteriormente se desbloqueó y que liberó la energía durante el terremoto, formando una media luna alrededor del lado Este y más profundo de la zona bloqueada. Pues bien, en el caso de Valparaíso se está produciendo esta microsismicidad desde 2014 también en forma de medialunas al lado Este y profundo de ambas zonas bloqueadas, entre las que se incluyen los llamados enjambres sísmicos y el sismo 6,9 de abril de 2017.

“Cuando una aspereza entre placas está bloqueada, acumula energía elástica que será liberada en un gran terremoto. Producto de la constante presión debido a la subducción -que no se detiene nunca-, las zonas más profundas que rodean la aspereza comienzan a torcerse produciendo sismicidad continua”, explica el geólogo. “Sismicidad que además nos ayuda a observar mejor la forma y tamaño de la zona bloqueada y, por lo tanto, estimar mejor de qué magnitud podría ser el terremoto; en definitiva, definimos mejor el riesgo sísmico de la zona”, destaca Marcos Moreno.

Tensión entre sismos grandes y muy grandes

Otro argumento que evidencia el gran potencial sísmico en Chile Central es la relación mecánica entre los terremotos de distintas profundidades. Esto fue presentado en un reciente artículo en la revista Nature Geoscience por el equipo liderado por Marcos Moreno. Este estudio muestra que terremotos  que ocurren más o menos cada 50 años y de magnitud menor a 8, suceden en la zona más profunda y débil del contacto de las placas; mientras terremotos de magnitud mayor a 8.5 ocurren en la parte más superficial, la cual tiene mayor resistencia y se mantiene acumulando energía sísmica por hasta más de 100 años.

La importancia de la superficialidad del bloqueo actual y del sismo de 1730 en Valparaíso, es que en la parte más profunda del mismo segmento de contacto de ambas placas tectónicas ya se han producido terremotos de hasta 8 grados. Por ejemplo el de 1906, que se estima fue entre 7,9 y 8,2 grados; o el de 1985, que alcanzó los 7,8. Sin embargo, estos sismos de mayor profundidad no liberan energía ni desacoplan las placas en la zona superficial de las mismas; al contrario, les generan mayor tensión. Por lo que existiría además una relación mecánica y temporal entre estos sismos medianos, profundos y más recurrentes con los de mayor magnitud, superficiales, provocadores de tsunamis y que se gatillan cada mayor cantidad de años. 

Además, otros trabajos de este grupo de científicos sugieren que los esfuerzos y la acumulación de energía sísmica pueden aumentar después de un terremoto en áreas adyacentes que no fueron afectadas, como es el caso de las áreas sur y norte de los terremotos de 2010 (8,8) y de 2015 de Illapel (8,3), respectivamente. “Por lo que ambos terremotos pueden haber incrementado el potencial sísmico en la zona central de Chile”, explicó Moreno. 

Escenarios posibles

De esta manera, el escenario más negativo es que se podría repetir un evento similar al de 1730 si se rompen juntas ambas zonas trabadas, pero si se destraba sólo uno de los dos segmentos bloqueados se podría generar un sismo similar al de Illapel, pero con alto riesgo de producir un tsunami por su ubicación superficial”, explicó el geólogo que está desarrollando el estudio financiado por FONDECYT “Investigando la retroalimentación entre los terremotos de megathrust y la falla de la placa continental: consecuencias por peligro sísmico en el Chile Metropolitano”.

El segmento del posible terremoto futuro, considerando ambos bloqueos o asperezas, es de unos 200 kilómetros de largo, lo que comprende casi exacta la zona costera de la Región de Valparaíso y la de Coquimbo hasta Los Vilos. Por lo que el sismo puede llegar a los 8,5 grados en el caso de una fractura completa o de 8 grados si es que alcanza una de las dos asperezas de 100 kilómetros más o menos cada una.

Terremotos lentos

Otra observación relevante ocurrida en el terremoto de Iquique de 2014, se produjo desde 15 días antes de que éste se gatillara: cambió la dirección de desplazamiento de las placas acopladas, moviéndose en sentido contrario a la subducción, o sea, en la misma dirección en que se mueve la placa continental en caso de terremoto. La diferencia es que ocurrió en forma lenta durante esas dos semanas. Lo mismo aconteció en 2017 previo al sismo 6,9 en Valparaíso, pero sólo dos días antes del temblor.

De allí la relevancia de tener más y mejores equipos GPS, ojalá también en el fondo marino, para estar atentos a un posible destrabamiento previo; pero no se sabe si ese fenómeno es excepcional o es frecuente antes de un sismo. Como también, la energía se puede seguir liberando en sismos menores por más tiempo del esperado. 


Según explicó Moreno, integrante del Núcleo Milenio CYCLO y del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres, esta información es conocida por el Centro Sismológico Nacional, pues muchos de sus profesionales trabajan en ésta y otras investigaciones similares.

martes, abril 10

Terremoto de Chiloé 2016 fue el primero en liberar energía luego del de Valdivia en 1960

Investigación del geólogo Dr. Marcos Moreno Switt fue publicado por  la prestigiosa revista científica Nature Geoscience.

El terremoto ocurrido en el extremo sur de Chiloé, en 2016, fue el primer sismo de magnitud mayor a 7 grados que acontece dentro de la zona afectada por el gran terremoto de Valdivia de 1960, hecho que entrega importante información para comprender la mecánica de los terremotos, según un estudio desarrollado por el geólogo Dr. Marcos Moreno Switt y recién publicado en la prestigiosa revista científica Nature Geoscience. 
Modelo de la fricción en la zona de contacto
entre ambas placas

El Estudio del reconocido geólogo, incorporado a la carrera de Geofísica  de la Universidad de Concepción,  analiza la relación entre terremotos mayores a 9 grados que ocurren aproximadamente cada cientos de años y que provocan grandes tsunamis (Valdivia); y los sismos menores a 8 grados, de recurrencia de unos 50 años (Chiloé).

La relación demostraría cómo funciona el mecanismo de acumulación y liberación de energía sísmica entre las placas de Nazca y Sudamericana, pues la hipótesis demuestra que el sismo 7,6 de Chiloé es la primera señal de la liberación de energía acumulada desde 1960, sugiriendo que son necesarios al menos otros 50 años más para que en esta zona se produzca un terremoto con las características del evento de magnitud 9,5, el más grande registrado en el mundo por instrumentos sismológicos. 

La investigación se basa en datos obtenidos por instrumental GPS, radares InSAR, estudios de gravedad, de reflexión sísmica y datos geológicos que indican que el terremoto de 2016 ocurrió en una zona más profunda que donde se liberó la mayor energía en 1960. Esto sugiere que la parte más superficial del contacto tiene mayor resistencia y, por lo tanto, puede acumular energía sísmica durante siglos, produciendo terremotos más grandes y superficiales, lo que genera tsunamis de mayor envergadura. 

En tanto, la zona más profunda genera terremotos cada 50 a 60 años, y de magnitud menor a 8 grados. Es el caso de varios terremotos ocurridos en Chile, como el de 1985 en la zona central y el de Tocopilla en 2007. Por ello, es de esperar que ocurran otros terremotos moderados dentro de la zona de ruptura de 1960, aunque ya no en el mismo segmento del sismo de 2016. 

Geólogo Dr. Marcos Moreno Switt 
El doctor en Ciencias de la Naturaleza Marcos Moreno posee una reconocida trayectoria de investigación en terremotos, habiéndose titulado de geólogo en la Universidad de Concepción, para luego realizar estudios de posgrado en Alemania, especialmente en GFZ Postdam (Centro Alemán de Investigación en Ciencias de la Tierra). Y hoy, en un acierto de su casa de estudios originaria, desde marzo investiga y dictará docencia en el Departamento de Geofísica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la UdeC.

El grupo de investigación del presente trabajo está formado por otros investigadores chilenos como el geólogo del Departamento Ciencias de la Tierra de la U. de Concepción Andrés Tassara, el geólogo de la Universidad Austral Daniel Melnick, el doctor en ciencia geodésica del Centro Sismológico Nacional Juan Carlos Báez y el doctor en geofísica de la Universidad de Chile Eduardo Contreras Reyes; además de 8 expertos alemanes.